jueves, mayo 21, 2009

RAÍCES DE VOLCÁN DORMIDO



A propósito de Raíces del volcán dormido

Relatos extraordinarios de Félix Martín Arencibia



Teodoro Santana



“¿Has visto tal película? No te la pierdas”, decimos muchas veces. O, como en esta ocasión, ¿han leído el último libro de Félix Martín Arencibia? ¡Ni se les ocurra perdérselo! La buena literatura tiene esto: que nos entra en vena y nos expande el espíritu. Y, como Raíces del volcán dormido, es, ante todo, apasionante y entretenida.

Félix Martín Arencibia es un escritor comprometido. Comprometido con nuestra tierra, con nuestra historia, con nuestra cultura y con nuestra gente. Especialmente, como enseñante, pero, sobre todo, con su trabajo de un magnífico escritor, articulista, narrador y poeta. En todas esas facetas, la obra de Félix Martín Arencibia es clave para que las generaciones de canarios actuales y las del futuro puedan entenderse, ser lo que somos.

Estamos ante un libro escrito en nuestra forma del castellano. Esto es algo que ni se darán ustedes cuenta porque, desde la primera frase, la naturalidad con que percibimos los relatos nos hace olvidarnos de ella. Este es el secreto de todo buen creador: la trama nos hace olvidarnos del artificio. Claro que este "artificio" no es otro que ir a contracorriente de la despersonalización lingüística a la que somos sometidos, y que hace que, en general, el lenguaje -y su lectura- nos resulte algo artificial y artificioso.

Pero esa belleza, esa naturalidad, ese, digamos "déjame entrar" de la escritura de Félix, es también la de la calidad de su narrativa. Por apuntar una de sus características, sus diálogos están magníficamente resueltos, más en la tradición de la literatura anglosajona que en la escrita en castellano, que siempre ha adolecido de muy pocos y muy poco creíbles diálogos.

Pero, sobre todo, los relatos de Raíces del volcán dormido se atienen a la exigencia que Oscar Wilde expresaba: "Para ser escritor sólo hacen falta dos cosas: tener algo que contar, y contarlo". Quiero decir que, a diferencia de la narrativa al uso, aquí pasan cosas. No se trata de aburridos monólogos metafísicos sobre traumas de interés sólo para un acomodado autor. Bien al contrario, Raíces es una colección de cuentos verdaderamente extraordinarios que nos atrapan, nos entretienen y, al final, nos dejan con ganas de más.

Así, en La biblioteca extraordinaria, Félix nos conmueve con lo que empieza siendo una situación desgraciadamente común, la enfermedad de un miembro de la familia, para retratarnos con agilidad y precisión la realidad más compleja en que vivimos. Y para llevarnos mucho más allá de esa realidad.

Querido maestro, texto que debería impartirse en nuestras Escuelas de Magisterio, es un fresco palpitante y apasionado sobre la profesión de enseñante, en la que se entremezclan varios hilos argumentales. Pero, como en todos los relatos de Félix Martín Arencibia, es también algo más: un paisaje de nuestra gente, de nuestras madres... Y del amor, esa enfermedad de difícil remedio.

El abuelo rumiaba su soledad es un daguerrotipo, irónico y certero, del amor y de la falta de amor. Y también de ese estoicismo tan presente en lo que se ha dado en llamar "el alma canaria".

El breve Fuegos de volcán es casi un poema sobre la pasión amorosa, entrelazado con los signos que nos atan a esta tierra.

Andamana cambió una mañana es un viaje de la enfermedad a Cuba, un relato que cruza un universo femenino lleno de voces de mujeres, y también de vida.

Presagio es un cuento que empieza de forma aparentemente normal: una pareja que va a comprar ropa para el verano, y entonces...

Por último, Bajo el cernícalo azul comienza con la letal determinación de una venganza, y termina siendo mucho más que eso.

Disculpen que no les cuente más, pero ¡tienen ustedes que leer el libro!

Eso para los lectores que van a disfrutar con Raíces del volcán dormido. Para sesudos eruditos, que también tienen derecho, los pobres, mi particular anotación sobre el dominio de los elementos simbólicos, presentes en todos los relatos, y que Félix maneja con maestría y desparpajo para hacer sonar en nuestras mentes y en nuestros corazones las notas que quiere. O para divertirse y divertirnos, como hace a veces socarronamente con los nombres de los personajes. Unos personajes a los que el autor ama, y de los que nosotros enseguida nos enamoramos también.


En definitiva, un gran regalo este nuevo y maravilloso libro. Yo me lo he pasado fetén leyéndolo y, como les pasará a ustedes, me he quedado con la miel en los labios esperando más relatos de Félix Martín Arencibia. En manos de este gran escritor canario está el que podamos leerlos pronto. Ligerito, maestro, que nos tiene usted engolosinados.


Canarias, mayo de 2009


No hay comentarios:

Publicar un comentario