viernes, diciembre 14, 2007

MIS RELATOS- EL ABUELO CAPIT-1



EL ABUELO RUMIABA SU SOLEDAD


El abuelo Sinforiano Berrasales Sacrificio no entendía nada su situación familiar, ni con sus propios hijos e hijas, ni con Constanza, su compañera. Era algo totalmente absurdo, que se le convertía en un barrenillo que no le dejaba en paz. Rumiaba su soledad y su pena, delante de una escudilla de lechita y gofio. Conforme iba bebiéndola a sorbos lentos, sus penas se iban calmando, al menos momentáneamente, veía las cosas un poquito más esperanzado.

Todo el drama de su soledad había empezado muchos años antes. Se había casado con Constanza Doramas Adorada. Ésta era una mujer más bien delgadita, con poquitos pechos, pero con una belleza blanca, unos ojos pequeños color cielo y una larga melena rubia. Para Sinforiano, Constancita era un auténtico guayabo, una princesa guanche. Se casaron enamorados y tuvieron unos trece hijos. Trabajaban juntos las tierras y los hijos en cuanto iban creciendo, se incorporaban al trabajo de la pequeña finca. La mayor, que se llamaba Eduvigis Amargada, se convirtió en una maldición para esta familia trabajadora y dichosa.

A los catorce años, un tío suyo llamado Feliciano Malaidea, escondido tras un cañaveral, mientras ella lavaba la ropa en las límpidas aguas del Barranco de la Virgen, la acechaba con ojos libidinosos. Así un día sí y otro también. Ella notaba alguna sombra en el agua, pero debido a su juventud repleta de alegría e inocencia, vivía totalmente ajena al peligro. Un desgraciado día sintió cómo la acariciaban por detrás. Ella se reviró como una fiera. Se inició una lucha a muerte. Se defendió como una aguililla clavándole sus garras. Sin embargo, se tuvo que rendir muy pronto a la fuerza descomunal de su tío, que terminó consumando los planes de sus peores instintos. Para ella, aquello supuso un trauma horrible; y la muerte, quizás definitiva, como ser humano con capacidad para amar a sus semejantes.
Nunca dijo quién había sido ni lo que le había pasado. Al poco tiempo apareció su tío Feliciano colgado del cuello en una higuera. Él tampoco pudo soportar la mirada de odio y sufrimiento de su sobrina. Ella ya no quiso saber de ningún hombre. Muchos pretendientes se le acercaron y los espantó a todos sin contemplaciones, no dándoles la mínima oportunidad. Su padre se convirtió en su enemigo número uno a partir de entonces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario