martes, junio 02, 2015

EL VIEJITO DEL PERIÓDICO



EL VIEJITO DEL PERIDIÓDICO (I)

           
Adolfito Déniz, el Verruga, llega al bar La Cuevita. Busca con ansiedad su periódico favorito. No lo encuentra. Vuelve a mirar. ¡Ah, en  aquel  rincón lo tienen!, se dice.
–¡Por favor, joven!, ¿le importaría cederme la prensa cuando lo lea? –pregunta con su vocabulario refinado por las lecturas diarias del periódico local.
–¡Por supuesto, espere un momentito que estoy terminando de leer los deportes!
Pasó un rato corto, que a Adolfito, en su desespero, le pareció un tanto largo.
–Tome, le dijo el muchacho.
–¡Gracias!, contestó aliviado el anciano.
Adolfito Déniz tenía alrededor de ochenta años, siempre iba erguido y destacando su prominente barriga. En su cara sobresalía su tono algo colorado, sí, colorado como decían los abuelos. Algunas malas lenguas apuntaban que era de tanto ron que bebía. ¡Allá él con su vida!, pensaban algunos.  Su pelo era blanco, rizado y abundante. Llamaba también la atención su nariz, parecía una especie de albóndiga con verrugas o algo parecido a un aborto de papa con bultos. Sus ojos eran más bien pequeños con pestañas blancas y unas cejas bien gruesas como si estuvieran marcadas con trozo de leña de brasero. La verdad es que su cara no resultaba atractiva para un busto callejero, o quizás sí, precisamente por ser un tanto peculiar.

Adolfito, el Verruga, leyó el periódico con fruición, con un regusto poco común en una persona de su edad. Lo paladeó de la primera a la última letra, sin que se le quedase ninguna atrás. Lo fue leyendo casi al ritmo de los tragos del vaso de ron que le hacía de único acompañante. Se cree al pie de la letra todo lo que dice el diario. Lo vive todo con mucha intensidad y va reflejando en su rostro: la alegría, la risa de los chistes, el horror de las guerras, la tensión de los deportes, y la tristeza algo cotilla de los sucesos... A veces se le cae alguna lágrima por no se sabe qué suceso. Para él no existe otro mundo que el que aparece en el papel.
CONTINUARÁ

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