Poema dedicado a la lucha de la mujer
escrito ya hace un tiempo.
Desde el amanecer pintado de rojo
del devenir histórico del ser humano,
hombre y mujer iniciaron el camino
de la historia unidos de la mano.
Con el amor como talismán
intentaron superar
los difíciles retos
de la supervivencia.
Entretanto, siguió girando sin parar
la alocada rueda de la historia.
A la mujer se la recluye en el hogar.
Mientras, el hombre ejerce
como el gran mandamás
de la cosa pública.
Lógicamente, nuestra mujer no acepta
ese papel secundario que se le asigna
en el gran drama del teatro de la vida.
Exige un papel de protagonista
que en justicia se merece.
Guiada por la luz del faro de la superación
inicia la carrera por el derecho al voto.
Ocupa las aulas en un vuelo simbólico.
Echa sobre sus hombros cargos
de una mayor responsabilidad.
Muestra sus capacidades
innatas, que algunos habían
puesto en duda.
Mucha senda queda aún por andar,
pero otra vez el hombre y la mujer
deben recorrerla juntos, unidos de las manos.
Bajo el lienzo de los colores de la tarde.
En busca de la tan ansiada libertad,
que no entiende de géneros,
y que destella más allá
del horizonte de la justicia.
Félix Martín Arencibia
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