lunes, agosto 06, 2018

Y SE LOS TRAGÓ LA MAR


Y SE LOS TRAGÓ...
 
El Espectador observaba a la pareja que andaba agarrada de la mano. Ella con una melena, un tanto parecida a una cascada que se deslizaba amoldándose a su espalda. Él tenía un cuerpo macizo y corto, como un tronco de drago y con un cuello algo desproporcionado y pelo más bien rizado. Compartían seguramente proyectos, sentimientos, quizás algún hijo y de vez en cuando alguna que otra pelea motivadora para convulsionar sus cuerpos en los latidos epilépticos del deseo.
Se aproximaron al agua lentamente, caminaron y caminaron mar adentro sin mirar hacia atrás. Poco a poco desaparecieron tragados, aparentemente contentos y risueños, por el  océano portando todo lo que compartían. Poco antes de sumergirse se habían girado y le hicieron un corte de mangas a los cotillas. ¡Serán caraduras los muy descaraos! ¿Qué harán ahora en las profundidades submarinas esos chalaos? ¿Seguirían agitando sus cuerpos mojados en la pasión y el desenfreno febril? ¿Habrán  engendrado los inconscientes nuevos hijos? ─ se hizo todas estas preguntas, un tanto intrigado.
El Espectador realizó una última mirada hacia el mar. Mientras continuó tumbado en su vieja hamaca, con aparente tranquilidad. Luego, retornó a leer tranquilamente un libro ciencia-ficción de Julio Verne que le tenía atrapado.  Al menos, su argumento le parecía menos desatinado que la conducta de aquellos capullos.


Félix Martín Arencibia
Agosto 2018
Espectador expectante

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