Ronronea la mar mañanera
en el corazón ansioso
del viejo voyeur de Naturaleza.
Pacificado con contemplación
de cabalgadas de olas.
Sobre espejos arañados
delicadamente por la luz
que alimenta la alegría.
La que rebosa en cuerpo
obnubilado del espectador.
Horizontes, blanquiazules y grises.
Voces, volcanes, rocas, arena,
construcciones que saltan
en el interior de su pupila.
Marea un tanto insaciable
Del Atlántico sonoro
de los tejidos versos
del vate Tomás Morales.
Félix Martín Arencibia
El mar, siempre la mar
Diciembre-2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario