EL ENANO GIGANTE (II y final)
Salen al estadio todos los componentes del equipo. El va el último. Nadie lo ve. Empieza el partido. Ya se le va distinguiendo cada vez más. Va creciendo. Regatea a uno, dos, tres, cuatro… Hace una serie de paredes con Leoncio, Cabecita Pelada, Suave como la Seda… Va recibiendo aplausos y eso le hace acrecentar cada vez más. Roba una pelota en el medio campo, y va driblando contrarios, uno, otro, otro… Le que da sólo portero, está un poco lejano e intenta taparle. Le hace una vaselina prodigiosa. ¡Goool, goool, goool! En el estadio se desata el éxtasis, la locura. Se oye: ¡Gigante, gigante, gigante! Bossi va creciendo alcanza la altura de las gradas. Termina sacando su cabeza un poco fuera del estadio. Todos quieren tocarlo. Las quinceañeras se le tiran encima histéricas. Es fuerte y lo soporta todo.
Termina el partido se queda en el campo. No cabe por la puerta que lleva a los vestuarios. Piensa en su situación. Se pone un poco triste. No le gusta ser tan diferente. Ha ido desinflándose poco a poco. Se convierte en pequeño de nuevo. Cree que no es tan pequeño cómo una hormiga ni tan grande como un gigante. Simplemente hace unos regates y marca unos goles. Piensa aceptarse como Bossi el pequeño y que por sí mismo es valioso. Bueno, de vez en cuando le gustaría convertirse en un gigante para dar de merecer a algún pesado bromista que le llama: ¡Hormiga atómica! ¡Ja, ja cómo se va a reir de Leoncio el Africano y de Cabecita Pelada! –que son sus mejores amigos.
Salen al estadio todos los componentes del equipo. El va el último. Nadie lo ve. Empieza el partido. Ya se le va distinguiendo cada vez más. Va creciendo. Regatea a uno, dos, tres, cuatro… Hace una serie de paredes con Leoncio, Cabecita Pelada, Suave como la Seda… Va recibiendo aplausos y eso le hace acrecentar cada vez más. Roba una pelota en el medio campo, y va driblando contrarios, uno, otro, otro… Le que da sólo portero, está un poco lejano e intenta taparle. Le hace una vaselina prodigiosa. ¡Goool, goool, goool! En el estadio se desata el éxtasis, la locura. Se oye: ¡Gigante, gigante, gigante! Bossi va creciendo alcanza la altura de las gradas. Termina sacando su cabeza un poco fuera del estadio. Todos quieren tocarlo. Las quinceañeras se le tiran encima histéricas. Es fuerte y lo soporta todo.
Termina el partido se queda en el campo. No cabe por la puerta que lleva a los vestuarios. Piensa en su situación. Se pone un poco triste. No le gusta ser tan diferente. Ha ido desinflándose poco a poco. Se convierte en pequeño de nuevo. Cree que no es tan pequeño cómo una hormiga ni tan grande como un gigante. Simplemente hace unos regates y marca unos goles. Piensa aceptarse como Bossi el pequeño y que por sí mismo es valioso. Bueno, de vez en cuando le gustaría convertirse en un gigante para dar de merecer a algún pesado bromista que le llama: ¡Hormiga atómica! ¡Ja, ja cómo se va a reir de Leoncio el Africano y de Cabecita Pelada! –que son sus mejores amigos.
FIN
FÉLIX MARTÍN ARENCIBIA
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